Laico cristiano, una presencia creíble en la sociedad de hoy

Clausurado un congreso de espiritualidad laical en Salamanca

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SALAMANCA, lunes 23 de mayo de 2011 (ZENIT.org).- El pasado viernes 20 concluía en la Universidad Pontificia de Salamanca un congreso de espiritualidad laical, que se enmarca en las iniciativas del I Centenario de la Institución Teresiana.

El congreso, titulado “Hombres y mujeres de espíritu en el siglo XXI”, fue organizado conjuntamente por la Cátedra Pedro Poveda y la Facultad de Teología de dicha universidad. Más de trescientos congresistas siguieron estas dos intensa jornadas dedicadas a la espiritualidad laical.

La sesión inaugural del congreso fue presidida por el rector Marceliano Arranz, acompañado de Pilar Fernández, representante de la alcaldía de la ciudad, Loreto Ballester, directora general de la Institución Teresiana, Ángel Galindo García, decano de la Facultad de Teología, y Camino Cañón, presidenta del Foro de Laicos de España, dependiente de la Conferencia Episcopal.

Entre los ponentes de la última jornada, María Dolores Gómez Molleda, historiadora de la universidad de Salamanca; Jesús Comill, catedrático de filosofía moral y política de la universidad de Valencia; Juan Martín Velasco, doctor en filosofía por la universidad de Lovaina y profesor de fenomenología de las religiones en la universidad pontificia de Salamanca; Aránzazu Aguado, directora general de la Institución Teresiana de 1988 a 2000.

Destaca la ponencia de María Dolores Gómez Molleda, gran experta en el periodo histórico en el que nació la Institución Teresiana, sobre el tema: “Rasgos de espiritualidad en los escritos de san Pedro Poveda”. Dirige, desde hace casi veinte años, el estudio crítico de los escritos de Pedro Poveda y es autora del primer volumen, “Creí, por esto hablé”.

Gómez Molleda expuso los elementos que, según Poveda, constituyen la vocación del laico cristiano, refiriéndose al caso de los miembros de la Institución Teresiana. “El modelo de esa vocación lo buscó Pedro Poveda en los primeros cristianos. Un modelo que resulta lógico, si se tiene en cuenta la ausencia de plantilla, de pauta, para la nueva figura del seglar evangelizador contemporáneo”, afirmó.

“La idea de tomar como modelo los primeros cristianos nace con la idea misma de la Obra”. dijo. Afirmó que Poveda, en sus memorias, subrayó “cómo los primeros cristianos vivieron un cristianismo total y supieron ser ciudadanos leales que desempeñaron cargos y destinos varios
en la sociedad de su tiempo, y a la vez dieron testimonio de una vida fuertemente religada a
Dios”.

“Su vocación arrolladora como su vida de fe y el seguimiento incondicional de Cristo hasta el martirio, les hizo ser capaces de cambiar el mundo; y como dice san Agustín y comenta Poveda, los despreciados, los perdedores, los vencidos acabaron siendo vencedores”.

Presentó la visión povedana de «la presencia creíble en la sociedad del laico cristiano». “El ejercicio de la profesión docente fue para Poveda un medio de incardinación del seglar en el mundo de su tiempo y de regeneración de la sociedad. Cada uno desde su lugar en el puesto en el que desempeña su trabajo sin abandonar su propia forma de vida, sin renunciar a la vida intramundana, puede y debe practicar un verdadero cristianismo”.

“Los criterios de excelencia, abnegación y eficacia –para servir responsablemente a la sociedad–, exigidos por el autor, están presentes insistentemente en sus escritos –cualquier mente honrada puede reconocerlo–«, concluyó.

La última sesión del Congreso estuvo a cargo de María Aránzazu Aguado, quien desarrolló el tema: “La espiritualidad vivida de la Institución Teresiana”. Hizo una “anotación introductoria sobre la espiritualidad laical de acuerdo a la fisonomía de la Institución Teresiana, definida por Pedro Poveda: “Nosotros, que aspiramos a vivir una vida espiritual intensa, hemos de ser exteriormente sencillos, humildes; hemos de pasar desapercibidos; hemos de confundirnos con el común de las gentes; no llevaremos distintivo alguno; no pretenderemos singularizarnos en nada; pero interiormente serenos singularísimos, con la singularidad del Espíritu de Cristo”.

Finalmente, en la iglesia de la Clerecía se celebró una Eucaristía de acción de gracias, presidida por el obispo emérito de Zaragoza, gran conocedor de la espiritualidad teresiana, Elías Yanes, que también había intervenido en este congreso el primer día.

«El congreso fue –concluye la directora de Comunicación de la Institución Teresiana Laura Moreno Marrocos- realmente un espacio de pensamiento, experiencia y comunicación de ‘hombres y mujeres de espíritu en el siglo XXI’ y una posible referencia para muchos otros que se atrevan a ‘andar como conviene a la vocación cristiana en los márgenes de la cultura contemporánea y la vida cotidiana’”.

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ZENIT Staff

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