CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 30 octubre 2005 (ZENIT.org).- Publicamos las palabras que Benedicto XVI pronunció en la tarde del sábado, en la Basílica de San Pedro, al dirigirse a los peregrinos que acababan de participar en la beatificación de Josep Tàpies y seis compañeros mártires, y de María de los Ángeles Ginard Martí, de la Congregación de Religiosas Celadoras del Culto Eucarístico.
Poco antes, el Papa había venerado las reliquias de estos mártires de la persecución religiosa que tuvo lugar en España durante la guerra civil, asesinados en 1936.
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Queridos hermanos y hermanas:
Al final de esta celebración eucarística, durante la cual se ha beatificado a los mártires Josep Tàpies y seis compañeros sacerdotes, y a la también mártir María de los Ángeles Ginard Martí, me es grato unirme a todos vosotros que habéis venido de diversas partes para rendirles homenaje. Saludo con afecto a mis Hermanos Obispos, a las distinguidas autoridades, así como a los sacerdotes, religiosos, religiosas y fieles aquí presentes.
El ejemplar grupo de sacerdotes de la diócesis de Urgell inmolaron su vida durante la persecución religiosa en España por su fidelidad al ministerio sacerdotal, que ejercieron con gran entrega en las comunidades parroquiales que tenían encomendadas. Dando testimonio de su condición sacerdotal y, perdonando a sus perseguidores, dieron su vida invocando al Rey del Universo.
[En catalán]
Que ells intercedeixin per la diòcesi d’Urgell i les altres diócesis espanyoles, per les vocacions sacerdotals i religioses, i per el creixement de tots els fidels en les virtuts cristianes.
[Que ellos intercedan por la diócesis de Urgell y las otras diócesis españolas, por las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por el crecimiento de todos los fieles en las virtudes cristianas.]
La nueva Beata, nacida en la diócesis de Mallorca y perteneciente a las Hermanas Celadoras del Culto Eucarístico, sufrió el martirio en Madrid durante la misma persecución. Entregada totalmente al Señor en la vida religiosa, dedicaba largas horas a la adoración del Santísimo Sacramento, sin descuidar su servicio a la comunidad. Así se fue preparando para ofrecer su vida como expresión suprema de amor a Cristo.
Estos nuevos Beatos son para todos nosotros un ejemplo vivo de identidad sacerdotal y de consagración religiosa. Demos gracias a Dios por el gran don de estos testigos heroicos de la fe. ¡Beatos Josep Tàpies y compañeros, y beata María de los Ángeles, rogad por las comunidades eclesiales de Urgell, de Madrid, de Mallorca, y de toda España! Amén.
[Texto original plurilingüe. Traducción distribuida por la Sala de Prensa de la Santa Sede]