ROMA, miércoles 4 de mayo de 2011 (ZENIT.org).- Un artículo publicado en el periódico del Vaticano honra el trabajo que una mujer judía de nacionalidad alemana llevó a cabo en el Vaticano antes de la II Guerra Mundial, encargado de construir el archivo de fotos de los Museos Vaticanos.
El autor, Paolo Vian, se basa en el “brillante y bien documentado artículo del diario italiano Il Foglio, del 16 de abril”, de Paolo Rodari.
El periódico cuenta un fragmento de la historia de Hermine Speier (1898-1989), que estudió arqueología bajo la dirección de Ludwig Curtius en la Universidad de Heidelberg.
Ella empezó a trabajar en el Vaticano en 1934, L’Osservatore Romano destacó que, por petición del Papa Pío XI “reorganizó los archivos fotográficos de nuestros museos. Fue Curtius quien la recomendó al director general de los Museos Vaticanos, Bartolomeo Nogara, crear y organizar la sección fotográfica del Museo”.
Speier se fue a vivir con las religiosas de las Catacumbas de Santa Priscila, en la vía Salaria cuando “en octubre de 1943, la ferocidad nazi arremetió contra la comunidad judía de Roma”. Este acuerdo se produjo a través del sobrino del Maestro Pontificio de Ceremonias.
“El escondite era muy seguro: en el caso de que la casa fuese tomada, Speier y los otros ‘evadidos’ podrían escapar a través de un túnel secreto cercano a las catacumbas, como hacían los cristianos perseguidos muchos siglos antes”, informa el periódico.
Después de la guerra, Speier se convertiría al catolicismo, y su familia cortó lazos con ella.
Vian destaca que su historia “se puede leer de distintas maneras y a través de perspectivas diferentes: como una página de la historia de los intelectuales judíos emigrados de Alemania, como un paso importante en la afirmación de la presencia femenina en el Vaticano, o como un importante momento en el trabajo llevado a cabo por la Santa Sede en los años ’30 y en los ’40 para ayudar a una minoría perseguida”.
“Pero es la historia de una arqueóloga, que desde una mirada más cercana, aparece como una parábola rica de significado”, destaca. “Una judía alemana, estudiante de los Clásicos, que encuentra refugio en el Vaticano durante las noches más negras de la barbarie del siglo XX, y que descubre que a la sombra de Pedro un sitio en el que refugiarse y dar testimonio del sentido del humanismo que es la herencia más grande del ‘más auténtico espíritu alemán’. Este encuentro entre el humanismo alemán, el judaísmo y el Cristianismo es único para reflexionar y meditar”.