EL CAIRO, martes 10 de mayo de 2011 (ZENIT.org).- 12 muertos y 200 heridos es el balance de los dos ataques perpetrados este sábado contra iglesias de la diócesis de Gizeh.
El obispo local, monseñor Antonios Aziz Mina, afirmó que la Policía y el Ejército egipcios estaban “aterrorizados” y que fueron “lentos” en responder a la emergencia, en el suburbio cairota de Imbaba.
Hablando a la asociación caritativa internacional Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN), el prelado pidió que se haga justicia, y acusó a los extremistas de querer hacer precipitar a Egipto en una guerra civil.
“Sin la acción de la Policía y del Ejército, será el caos, la anarquía total”, declaró.
“El Ejército no se opondrá a cuantos hacen cosas de este tipo – añadió –. Quiere permanecer neutral. La Policía aparece, pero muy lentamente. Los policías están aterrorizados. No son bastante fuertes”.
El obispo, copto caldeo, describió cómo uno de sus fieles, Naashaat Rateeb, de 60 años, murió en los ataques, y quiso honrar la valentía del difunto, describiéndolo como “el brazo derecho” del sacerdote copto católico local.
En base a los testimonios recogidos, el pasado sábado la violencia estalló después de que 500 musulmanes salafistas se agolparan fuera de la iglesia copta de San Minas, donde declararon que los cristianos estaban reteniendo a una aspirante convertida del cristianismo al islam.
La mujer, esposa de un sacerdote ortodoxo, apareció después en televisión defendiendo su fe cristiana, pero los extremistas respondieron diciendo que buscaban a otra mujer en condiciones similares.
Según los testigos, hubo disparos y se lanzaron piedras y granadas. El Ejército egipcio declaró que se ha arrestado a 200 personas tras los enfrentamientos, y que afrontarán un proceso militar, con el objetivo de prevenir otros episodios semejantes.
La otra iglesia objetivo de los violentos fue la copto ortodoxa de la Virgen María.
Al parecer, los militares han aumentado la seguridad en torno a las iglesias de El Cairo. Para monseñor Aziz, restablecer el orden no es suficiente.
“No podemos alcanzar la paz y la reconciliación si antes no entregamos a los responsables a la justicia”, declaró. “De lo contrario, la reconciliación es sólo un teatro, y los problemas seguirán estando”.
La violencia, añadió, “es un peso demasiado grande para los cristianos”.
Por su parte, el cardenal Antonios Naguib, patriarca copto católico de Alejandría, confesó que la actual situación es “muy seria”, pero observó que el Gobierno, guiado por los militares, está empezando a tomar en serio el problema de la violencia extremista.
El obispo copto católico de Luxor, monseñor Joannes Zakaria, subrayó que los fieles rechazan dejarse intimidar por las amenazas.
“El pasado fin de semana estaba celebrando Misas en nuestros pueblos, y me esperaba que la gente estuviese asustada y que fuese necesario animarla”, afirmó a AIN. “Pero fueron ellos quienes me animaron a mí. No es propio de nuestro carácter rendirnos. El día después, recogemos los trozos y volvemos a empezar”.
“La gente está decidida a dar testimonio en los lugares en que vive”, añadió.