CIUDAD DEL VATICANO, martes 17 de mayo de 2011 (ZENIT.org).- El “corazón” del mensaje cristiano es “la participación en la misma vida de Dios”.
El Papa lo recordó el pasado lunes a los obispos de la Conferencia Episcopal India de rito romano, al recibirlos en la Sala del Consistorio del Palacio Apostólico Vaticano.
“La revelación cristiana, cuando es aceptada en libertad y por obra de la gracia de Dios, transforma a los hombres y las mujeres desde el interior y establece una maravillosa, relación redentora con Dios, nuestro Padre celestial, a través de Cristo, en el Espíritu Santo”, observó.
“Este es el corazón del mensaje que enseñamos, este es el gran regalo que ofrecemos en la caridad a nuestro prójimo: compartir la misma vida de Dios”.
Fundamental, añadió, es el mandamiento apostólico que “su fuente y su foco central en la proclamación del Hijo de Dios encarnado, que es la plenitud de la revelación divina y “el camino, la verdad y la vida”.
“El Salvador de toda la creación, y portador de la Buena Noticia para todos y el cumplimiento de los anhelos más profundos del hombre”.
En la Iglesia, recordó Benedicto XVI, “los primeros pasos de los creyentes a lo largo del camino de Cristo, deben estar siempre acompañados por catequesis sólidas que les permitirán crecer en la fe, amor y servicio”.
“Reconociendo que la catequesis es algo distinto a la especulación teológica, los sacerdotes, religiosos y catequistas laicos necesitan saber como comunicar con claridad y amorosa devoción la belleza que transforma la vida de la enseñanza y vidas cristianas, que será capaz de enriquecer el encuentro con el mismo Cristo”.
Retos
El Pontífice reconoció que “el compromiso cristiano de vivir y dar testimonio del Evangelio tiene distintos retos según sea la época y el lugar”, pero que “exige siempre honestidad y sinceridad en las propias creencias, y respeto por aquellos que constituyen el prójimo de cada uno”.
Del mismo modo, “implica un delicado proceso de inculturación”, que exige “que sacerdotes, religiosos y catequistas laicos empleen cuidadosamente los lenguajes y las costumbres adecuadas a la gente a la que sirven cuando les presentan la Buena Noticia”.
“Es un compromiso que respeta y conserva la unicidad y la integridad de la revelación divina dada a la Iglesia como su herencia, mientras demuestra que es comprensible y atractiva a aquellos a los que se propone”, indicó,
El Papa exhortó, entonces a “supervisar este proceso con fidelidad a la fe que se os ha transmitido a vosotros para que la conservéis y la transmitáis también. Combinad esta fidelidad con la sensibilidad y la creatividad, de manera que deis testimonio convincente de la esperanza que está dentro de vosotros”.
Otros retos, prosiguió, con respecto al diálogo interreligioso, que “debería caracterizarse de una atención constante a lo que es verdadero, con el fin de fomentar el respeto mutuo rechazando apariencias de sincretismo”, y de la tutela de los “derechos humanos fundamentales de libertad de religión y libertad de culto”, actuando “para establecer la base necesaria para el disfrute armonioso de estos derechos”.
“Incluso si se encuentra oposición, la misma caridad del cristiano y su tolerancia servirán para convencer a los demás de la importancia de la tolerancia religiosa, a la que los seguidores de todas las religiones pueden llegar”, indicó.
Concluyó pidiendo la intercesión de la beata Teresa de Calcuta, “cuyo paciente y personal servicio al prójimo se basaba en el amor de Cristo”, obtenga para los obispos hindúes, “gracias celestiales en abundancia para asegurar la fecundidad en su trabajo pastoral”.