CIUDAD DEL VATICANO, viernes 20 de mayo de 2011 (ZENIT.org).- Unos días después del treinta aniversario del atentado que Juan Pablo II sufrió el 13 de mayo de 1981, fiesta de la Virgen de Fátima, el prefecto emérito de la Congregación para los Obispos, el cardenal Giovanni Battista Re, explica la asombrosa historia de la colocación, en la plaza de San Pedro, de un mosaico que representa a la Virgen Mater Ecclesiae –Madre de la Iglesia- como muestra de agradecimiento del papa polaco por la protección de María.
La imagen, de más de 2,5 metros, fue instalada en una fachada del Palacio apostólico situado a la derecha de la Basílica de San Pedro entre noviembre y diciembre de 1981, unos seis meses después del atentado.
En la base de este mosaico de la Virgen con el Niño, que millones de personas vieron por televisión el pasado 1 de mayo durante la transmisión de la beatificación del papa, se representó el escudo de Juan Pablo II con su lema Totus tuus.
“Cuando Juan Pablo II regresó al Vaticano tras su primera hospitalización en el políclínico Gemelli, los responsables del Gobernatorato evaluaron la posibilidad de colocar un signo visible en la plaza de San Pedro, en el lugar donde el papa recibió el disparo, para recordar una página dolorosa de la historia de la Iglesia pero también para testimoniar un signo de protección celestial”, explica el cardenal Re.
Juan Pablo II expresó inmediatamente su intención: “en recuerdo del atentado, deseó que se colocara una imagen de la Virgen en un lugar bien visible”.
“Estaba convencido de que la Virgen María lo había protegido –añade el cardenal Re-. No tenía, pues, mejor manera de recordar ese 13 de mayo”.
El papa Juan Pablo II confesó también que él ya había observado esta “falta” en la plaza de San Pedro, donde la estatua de Cristo estaba rodeada de los apóstoles y de numerosos santos diseminados por la columnata pero “no había ninguna imagen de la Virgen”.
En realidad, sí que hay una imagen de la Virgen, informa el cardenal Re, pero se encuentra encima de la puerta de bronce y por eso no es visible para todos.
El cardenal Re, entonces asesor de la Secretaría de Estado, explica que él fue encargado de trabajar en ello con el presidente de la Comisión permanente para la protección de los monumentos históricos y artísticos de la Santa Sede, monseñor Giovanni Fallani, y con el director de los Museos del Vaticano, Carlo Pietrangeli.
Monseñor Fallani encontró una solución: colocar el mosaico en una ventana que ya existía, una propuesta que les pareció a todos “viable”, dado “un complejo arquitectónico que muchos han considerado intocable”.
“Pero sobre todo el proyecto complació al papa, que nos exhortó a seguir adelante”, prosigue el purpurado.
Después llegó la elección del mosaico: “Juan Pablo II hizo saber que le gustaría mucho una representación de la Virgen como Madre de la Iglesia” porque la Virgen “siempre ha estado unida a la Iglesia” y “especialmente cercana en los momentos difíciles de su historia”.
Juan Pablo II dijo que “estaba personalmente convencido de que el 13 de mayo, la Virgen María había estado presente en la plaza de San Pedro para salvar la vida del papa”.
La representación de una Virgen con el Niño situada en la Basílica de San Pedro y titulada Mater Ecclesiae sirvió de modelo para este mosaico.
Se hicieron, sin embargo “algunos retoques” en la representación del Niño Jesús, así como en el color, “para que fuera más visible a larga distancia”.
El 8 de diciembre de 1981, fiesta de la Inmaculada Concepción, Juan Pablo II “antes de recitar el Ángelus, bendijo la imagen mariana, signo de protección celestial al soberano pontífice, a la Iglesia y a quien se encuentre en la plaza de San Pedro”.
Y el cardenal Re concluye: “Después, en el pavimento de la plaza, una placa de mármol con el escudo del papa” se colocó en el “lugar preciso” donde fue alcanzado por la bala.