COPACABANA, miércoles 25 de mayo de 2011 (ZENIT.org).– El proceso de beatificación de Francisco Tito Yupanqui, el escultor de la Virgen de la Candelaria de Copacabana, comenzó oficialmente este sábado 21 de mayo en la basílica de Nuestra Señora de Copacabana, situada a orillas del lago Titicaca, a 158 kilómetros de La Paz.

Si la causa llega a buen término, este indio nacido en el siglo XVI se convertiría en el primer beato boliviano, comunicó la Conferencia Episcopal de Bolivia.

El acto tuvo lugar durante la misa de envío de la Virgen Peregrina, con la lectura de las cartas de aprobación del proceso de beatificación de la Congregación para las Causas de los Santos y de la Conferencia Episcopal Boliviana.

Los miembros de la comisión para la beatificación juraron cumplir fielmente el encargo de iniciar los trabajos de investigación de la vida, virtudes y obras del aymara que esculpió en madera de maguey la imagen de la Virgen.

La Virgen de Copacabana, coronada Reina de Bolivia en 1925, se conserva desde el año 1583. Su santuario es uno de los más antiguos de América y actualmente, un destacado centro de peregrinación.

El indígena aymara Francisco Tito Yupanqui nació probablemente entre 1540 y 1550 en la zona que ahora es la ciudad de Copacabana y murió en Cuzco (Perú) en 1616.

Él y su familia, descendientes de los Inca Huayna Cápac, fueron evangelizados por los misioneros católicos dominicos.

Según la tradición católica local, Yupanqui recibió una visión nocturna de una mujer con un bebé en brazos y a continuación, reprodujo las semblanzas del rostro de la mujer, con las características de las nativas, por lo que se la conoce también como la Virgen morena.

Los postuladores de la causa de beatificación de Yupanqui son los padres René Vargas y Daniel Rocha.

Junto a ellos, forman la comisión para la beatificación el obispo de la diócesis de El Alto, monseñor Jesús Juárez; el juez delegado, monseñor Fernando Bascopé; el notario Geraldine Gutiérrez, notario; y los peritos de la comisión histórica, el padre Hans van den Berg, el padre Xavier Albo, SJ, y el doctor Marcelo Arduz.

Para el historiador boliviano Fernando Cajías de la Vega, “se puede probar el milagro por la forma inmediata que unificó a su pueblo, por la devoción de gente de todas las clases sociales; pero sobre todo por su inquebrantable fe”.