GINEBRA, martes 24 de mayo de 2011 (ZENIT.org).- La clave para combatir el SIDA está en “la formación para cambiar los comportamientos humanos y para una vida respetable”. Así lo afirmó monseñor Zygmunt Zimowski, presidente del Consejo Pontificio para los Agentes Sanitarios, el pasado 18 de mayo durante la 64º Asamblea Mundial de la Organización Mundial del la Salud, que ha concluido hoy en Ginebra.
Durante su intervención, monseñor Zimowski comentó el Plan Estratégico de la OMS para el VIH 2001-2015, afirmando el aprecio de la Santa Sede de “la importancia centrada en la eliminación de nuevas infecciones de VIH en los niños”.
Sin embargo, expresó las reservas de su delegación a la estrategia adoptada con los drogadictos, “sobre la elección de la reducción del daño y la sustitución de los opiáceos como medida preventiva”, pues esto “en realidad no cura o trata al enfermo, con el fin de restituirle la dignidad y favorecer su inserción social”.
En general, respecto a la estrategia de prevención de enfermedades, el prelado insistió que la clave está “en la promoción de iniciativas de prevención, y, sobre todo en el alentar estilos de vida sanos”.
Por ello, “aunque comprendiendo la importancia de reforzar los sistemas sanitarios”, es necesario sobre todo “aumentar el compromiso político y la participación de las ONG y de la sociedad civil, en colaboración con el sector privado”.
“Como algunos estados miembros han observado, estas enfermedades no transmisibles acaban por serlo a causa de la difusión del comportamiento que subyace. Esto destaca la importancia de la educación a estilos de vida sanos como componentes de la educación a la salud y para afrontar los determinantes sociales de la salud”.
Cobertura universal
Otro de los argumentos que afrontó el representante de la Santa Sede en su intervención fue el de el acceso de todas las personas a los servicios sanitarios.
Según el World Health Report 2010, afirmó, “no obstante los progresos realizados en algunos países, en general estamos muy lejos todavía de una cobertura sanitaria universal”.
“Estamos en un punto muerto en el status quo, donde los ricos disfrutan de una cobertura más alta, que sin embargo falta a la mayor parte de las personas pobres, mientras que las que tienen acceso a menudo tienen que soportar costes muy elevados, a veces desastrosos, en el pago de las medicinas y los servicios”, subrayó.
Citando palabras del Papa, recordó que “millones de personas no tienen acceso a los servicios sanitarios”, y exhortó a “un compromiso mayor a todos los niveles para que el derecho a la salud sea efectivo, favoreciendo el acceso a los cuidados sanitarios primarios”.
Para garantizar una cobertura sanitaria universal, los países “pueden y deben recoger fondos suficientes, reducir la dependencia del pago directo de las prestaciones sanitarias y mejorar la eficiencia y la equidad, eliminando así las barreras de tipo económico que se bloquean el acceso a los servicios, sobre todo a las personas pobres y desfavorecidas”.
Pero, añadió, “muy pocos países con renta baja tienen la posibilidad de generar, sólo de los recursos nacionales, los fondos necesarios para lograr el acceso universal antes de 2015”.
“Este triste hecho pone en evidencia la necesidad de una verdadera solidaridad global, en la que los países de renta alta no prometan solamente, sino que efectivamente cumplan sus compromisos en el tema de la asistencia al desarrollo”.
Es necesario, concluyó, que haya “solidaridad entre las naciones ricas y pobres, con el fin de garantizar el acceso universal a los cuidados médicos”, y quelos estados económicamente más desarrollados “hagan lo posible por destinar mayores porcentajes de su PIB para ayudas al desarrollo, respetando los compromisos que se han tomado sobre este punto en el ámbito de la comunidad internacional”.