¿La remodelación de Europa comienza por Hungría?

Por Élizabeth Montfort*

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ROMA, jueves 26 de mayo de 2011 (ZENIT.org).- Una golondrina no hace verano, pero un Estado Europeo, y no es de los más pequeños, que tiene una Constitución eurocompatible que respeta la Carta Europea de Derechos fundamentales y la Declaración universal de los derechos del hombre, es un ejemplo a seguir.

El lunes 18 de abril de 2011, conforme a los compromisos asumidos por el primer ministro Viktor Orban, cuando en abril de 2010 venció de forma abrumadora las elecciones políticas (2/3 de la Cámara de los Diputados), fue modificada la Constitución húngara en el espíritu y en la letra. El texto de 1990, adoptado justo después de la caída del Muro de Berlín, estaba considerado demasiado liberal y todavía influenciado por residuos comunistas.

El poder fue repartido entre los tres principales partidos: El Fidesz, partido de centro derecha, cuyos representantes en el Parlamento Europeo forman parte del Partido Popular Europeo; Los Socialistas, completamente desacreditados después de la desastrosa gestión del Primer Ministro Ferenc Gyurcsany, que mintió sobre la magnitud del déficit de las cuentas del Estado, lo que le obligó a pedir al Fondo Monetario Internacional una ayuda de 20 billones de euros para salvar al país de la bancarrota; el partido Jobbik, de extrema derecha, que tiene como objetivo la defensa de los valores y la identidad de Hungría.

La nueva Constitución propuesta por el primer ministro y por el Fidesz, fue aprobada con 262 votos contra 44 y una abstención. El texto fue aprobado por el Presidente de la República Húngara, Pal Schmitt, el pasado 25 de abril y entrará en vigor el 1 de enero de 2012. Durante el debate la oposición no realizó ninguna intervención. Lo que no ha impedido, hasta ahora, apoyar a los opositores de esta nueva ley fundamental.

Cuales son los cambios de la Constitución:

1- El primero tiene que ver con la referencia a las raíces cristianas de Hungría. El preámbulo dice, de hecho, que “ la Constitución se inscribe en la continuidad de la Santa Corona” y recuerda “el papel del cristianismo” en “su historia milenaria”.

Nos sorprende las reacciones negativas a este texto, ya que en el momento de la redacción del Tratado Constitucional de la Unión Europea, todos los países miembros aprobaron la referencia a nuestra herencia cristiana, excepto Francia. La petición europea, promovida por la Fondation de Service politique con algún diputado europeo, había obtenido en 2004, 1’4 millones de firmas, y había sido apoyada por alrededor de 60 asociaciones que representaban a 50 millones de asociados. Un récord en la historia europea. Esta petición fue recibida en la Comisión sobre peticiones, pero la Comisión europea no se dignó a darle curso como sucede cuando las peticiones son acogidas.

La referencia a las raíces cristianas no es una cuestión de opinión, sino una verdad histórica. Es necesario recordar que la nación húngara se organizó a partir del bautismo de San Esteban, coronado rey de Hungría, hasta el punto que quien tiene la corona tiene el poder. Este es el motivo por el que la Corona de San Esteban se encuentra hoy en el Parlamento húngaro, porque le da legitimidad para hacer las leyes.

2- La segunda modificación tiene que ver con la unión entre dos personas: “La Corona protege la institución del matrimonio, considerado como la unión natural entre un hombre y una mujer y como fundamento de la familia”.

Esta referencia retoma, en su espíritu, la Declaración universal de los derechos del hombre que, no obstante las presiones por introducir la unión entre dos personas del mismo sexo, es un texto de referencia para todos los Estados. La nueva Constitución húngara no pone en cuestión la unión entre dos personas del mismo sexo pero no la considera equivalente al matrimonio.

3- La tercera modificación tiene que ver con la vida de todos los seres humanos antes del nacimiento: “Desde el momento de la concepción, la vida merece estar protegida como un derecho humano fundamental” y “la vida y la dignidad son inviolables”, retomando en cierto modo el primer artículo de la Carta Europea de derechos fundamentales: “la dignidad humana es inviolable. Debe ser respetada y protegida”.

Algunos se han indignado por esta vuelta al orden moral. ¿Debemos deducir que el orden humano es un orden amoral?¿Es la nueva Constitución húngara, euroincompatible? Se preguntan sus opositores. Si no lo fuese, entonces quiere decir que todos los textos de referencia son letra muerta, considerando que la Unión Europea se ha construido a partir del respeto a los derechos del hombre, cuya universalidad esta expresada en la Declaración de los Derechos del hombre de 1948, reconocida como patrimonio común de la humanidad, y no sobre derechos abstractos y subjetivos revindicados sin referencia a un patrimonio común.

Cierto, la decisión pertenece a los legisladores. Pero estos votan por nosotros. Callar sería una irresponsabilidad por nuestra parte. Las leyes afectan a todos. Es nuestro deber reunir a nuestros diputados y senadores para decirles que respetamos nuestros principios fundamentales.

[Fuente:www.libertepolitique.com.Traducción al italiano y resumen por Benedetta Cortese del Observatorio Internacional Cardenal Van Thuan]

[Traducción del italiano por Carmen Álvarez]

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*Élizabeth Montfort, es Diputada del Parlamento Europeo, y portavoz de la Fondation de Service Politique (París)

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ZENIT Staff

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