ROMA, viernes 27 de mayo de 2011 (ZENIT.org).- Se vuelven a valorar “figuras tradicionales antiguas” como el padrino y la madrina proponiéndolos como los “tutores” en el recorrido de acompañamiento en la fe.

Son algunas de las propuestas surgidas en grupos de estudio tras la ponencia “Introducir y acompañar en el encuentro con Cristo en la comunidad eclesial: sujetos y métodos de la educación en la fe”, realizada por monseñor Marcello Semeraro, obispo de Albano y presidente de la Comisión episcopal para la Doctrina de la Fe, el anuncio y las catequesis de la CEI, en la 63ª Asamblea general de los obispos italianos que se realiza en Roma.

Ha hablado de esto el mismo monseñor Semeraro en una conferencia de prensa que se celebró el miércoles en el Aula Pablo VI, especificando que “en todos los grupos ha surgido como fundamental el tema de la familia respecto a la educación en la fe no sólo para la centralidad del sujeto, sino también para la situación problemática en el que se desarrolla y que hace necesario que la misma sea acompañada”.

“El proceso educativo – recordó el prelado citando las directrices pastorales para la década 'Educar en la vida buena del Evangelio' – es eficaz cuando dos personas, el educador y el educando, se encuentran y se implican profundamente” ya que en el centro de la experiencia cristiana hay “no una decisión ética sino el encuentro con una Persona que es Cristo”.

Para esto, siempre desde los grupos de estudio, ha surgido la importancia del “valor testimonial en la transmisión de la experiencia de la fe -ya afirmada por Pablo VI en la encíclica Evangelii nuntiandi con la incisiva expresión 'el mundo necesita más testigos que maestros' – limitado al sentido de una parroquia acogedora y que testifique con alegría”.

Tanto más para los llamados “reiniciados” de los que ha hablado el cardenal Angelo Bagnasco, presidente de la CEI en la apertura de la asamblea, es decir “adultos -explicó Semeraro- que por razones distintas, si no han repudiado, han abandonado la vida de fe por la que todavía conservan una nostalgia que los induce a reiniciar la vuelta en la comunidad eclesial”.

“Es muy importante para ellos -comentó el presidente de la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe, el anuncio y la catequesis de la CEI- que no encuentren el mismo ambiente que los empujó a irse”.

Junto a los “reiniciados”, surge la realidad de los catecúmenos, es decir “adultos que piden convertirse en cristianos”. “La experiencia evidencia – explicó monseñor Semeraro – que casi el 50% de los que piden iniciar el camino de preparación a la fe no son personas que se han ido de otras religiones, sino personas nacidas en el territorio de nuestras diócesis”.

Los que hacen que surja esta petición son “la cercanía de una amigo, novia, compañero de escuela, una experiencia de voluntariado: como prueba de lo imprevisible de los caminos de Dios más allá de nuestros esfuerzos”.

Todas estas personas pueden desarrollar un trabajo de acompañamiento en la fe como “a menudo hacen los abuelos, que constituyen el eslabón generacional con la fe de los padres, impedidos por los ritmos de trabajo”. También porque “los abuelos de ahora no tiene la barba blanca, sino que son jóvenes también ellos”.

Juntos debemos conjurar el riesgo de que “exista sólo la introducción a la fe y no el acompañamiento”. Respondiendo a las preguntas de los periodistas sobre una declaración reciente de la Congregación para el Culto Divino que suspendió un proyecto piloto en la diócesis de Bolzano-Bressanone, consistente en elevar la edad de la confirmación de los 12 a los 18 años.

Monseñor Semeraro especificó que hay un debate en torno a la edad más conveniente para el sacramento de confirmación: “respecto al margen fijado en los 12 años, hay en la diócesis legítimas diversificaciones ligadas a la historia y a las tradiciones locales”. “La oficina catequética nacional – concluyó el prelado – ha puesto en marcha desde hace tiempo un estudio para determinar lo establecido para este propósito, en las diversas diócesis y no se excluye una revisión de la norma también si, por su importancia, el de la edad no es el único problema vinculado a este sacramento”.

En la tarde del jueves 26 de mayo los obispos se reunieron en la basílica de Santa María la Mayor para rezar el Rosario en el 150º aniversario de la unidad de Italia con la intervención del Papa Benedicto XVI.

Por Chiara Santomiero. Traducción del italiano por Carmen Álvarez]